A medida que pasa la vida luchamos por obtener éxito, aceptación, respeto, poder y dinero pero no recibimos lo que merecemos: la pregunta es ¿porqué?
Existen varias respuestas a este tema, veamos algunas recurriendo a la sabiduría de la Kabbalah:
En primer lugar, pensamos que si nos esforzamos lo suficiente para conseguir lo que queremos realmente lo merecemos, y cuando no es así, o lo que es peor; le dan lo que tanto anhelábamos o que creíamos que nos correspondía a otros; sentimos bronca, envidia o que la vida es injusta.
Pero la respuesta es que el Creador le da a cada quién lo que le corresponde y necesita para crecer, no lo que desea; ya que este es un principio de la justicia divina que se relaciona a su vez con el proceso de corrección de cada Alma individual.
Entonces, y al final de cuentas, lo que es para uno será para uno y lo que no lo es se escapará por alguna razón de nuestras manos, y es más: la no aceptación de esta verdad puede conducirnos a la obstinación y terquedad de querer forzar o manipular situaciones y a personas para conseguir “a toda costa” lo que creemos merecer.
En segundo lugar, si tomamos a nuestros talentos y dones como regalos del Creador, nada en realidad nos pertenece, sino que nos han sido dados “en calidad de préstamo” para ser usados de manera positiva, ayudando a crecer y aliviar en alguna manera el sufrimiento de los demás, sea éste material o espiritual.
En conclusión lo que finalmente merezcamos depende de como usemos el poder, el renombre, la fama, éxito y nuestros recursos espirituales y materiales: para disfrutar solamente nosotros mismos o para dar y compartirlos con otros; de la primera manera podremos aún perder lo que tanto nos consiguió conseguir ya que es el ego el único beneficiado; en cambio, si damos y compartimos más, será nuestra Alma la que atraiga más bendiciones aún a nuestra propia vida y a la vida de los demás…