Ser grato es poder apreciar, valorar y agradecerle al creador cada mañana al despertar lo que habitualmente damos por hecho: poder respirar, tener una salud aceptable, la fuerza para estar allí donde debemos estar, tener trabajo y techo, familia, buenas amistades, pareja y tantas más…
Y si bien hay mucha gente en el mundo que no cuenta con la fortuna de disfrutar de estos bienes, en el fondo de nuestro corazón no nos sentimos dichosos o no “apreciamos” o no “damos valor” por la inconformidad de nuestro ego de querer siempre tener más de lo que tiene…
Y cuando uno aprecia y toma conciencia del inmenso valor que tienen las cosas simples de la vida pasan dos cosas: se vuelve grato y por consecuencia feliz, ya que el sufrimiento viene de la no aceptación de lo que nos toca vivir, que es exactamente lo que nuestra Alma necesita para crecer y para cumplir su misión en la vida…
La felicidad es entonces no una quimera, sino simplemente una toma de conciencia que suele opacarse cuando carecemos de algunos de los bienes mencionados antes, lo cual nos llevará a esforzarnos y desear desde el Alma que quien es el proveedor y hacedor de todas las bendiciones haga su parte.
Pero para ello, nosotros deberemos hacer la nuestra: dar y compartir lo que mejor sepamos hacer sin pesadez ni quejas…con alegría, buena voluntad, gratitud y apreciación…
