Existen cuatro reinos en la naturaleza: el mineral, vegetal animal y humano, cada uno con sus características peculiares a saber:
El mineral es sólido, estático, duro y carente de deseo y de nutrición; el vegetal en cambio es sujeto a la tierra pero expansivo en cuanto a su deseo de crecer en búsqueda de la Luz; para lo cual debe superar con esfuerzo la dureza de la tierra que lo contiene. Además ya siente, respira, transpira, se reproduce y se alimenta por sí mismo, dependiendo solamente cuidados mínimos, la luz y el agua.
El reino animal en cambio, depende de otros seres vivos para subsistir y procrear su especie, apareciendo los instintos de sexualidad, copulación, competencia por el territorio y necesidad de adaptación a entornos adversos.
En el reino humano u hominal la conciencia experimenta un salto por la incorporación del Alma a la vida instintiva del cuerpo, teniendo por primera vez nociones morales y de convivencia y solidaridad los unos con los otros, y al mismo tiempo, compartiendo las características instintivas de los tres reinos anteriores.
De ahí que la preponderancia del grado de conciencia mineral en hombre da lugar a seres fríos, rígidos, insensibles o duros de corazón que desempeñan tareas afines en donde los sentimientos deben estar escindidos (como verdugos, asesinos, violadores y otros) para poder realizarlas.
La preponderancia de la conciencia vegetal en el hombre da lugar a seres que buscan ya otro tipo de vida y experiencias, deseando no solo la luz física sino una orientación o “Luz espiritual” que los ayude a sobrellevar como la semilla su crecimiento en épocas difíciles o bien la búsqueda de la expansión material, la comodidad y el confort, aunque sigan atados a la “tierra” y al disfrute de sus pequeños o grandes logros.
Y si predomina la conciencia animal, el hombre luchará y defenderá su propio territorio, familia, clan, religión, raza o filosofía de vida, peleando los unos con los otros por pensar que tiene la verdad y para imponerla por la fuerza a los demás, ya sea a través de los totalitarismos, el terror y la invasión territorial.
Por último, y recalcando que todos compartimos parte de las características de los reinos inferiores, nos diferenciamos por poder corregir y rectificar nuestros errores, transformarlos y alcanzar en la medida de nuestras posibilidades y esfuerzos conscientes las virtudes de nuestra Alma; que son en definitiva las que caracterizan al Creador: bondad, generosidad, sabiduría, capacidad de amar y perdonar incondicionalmente dando y compartiendo lo que mejor sepamos hacer en la vida con los demás.
De ahí que la naturaleza sea sabia y también nuestra maestra, ya que todo existe para mostrarnos algo que debemos aprender con el fin de poder aportar nuestro granito de arena al rompecabezas maravilloso de la Creación…